jueves, 15 de enero de 2009

LA FELICIDAD

El olor a semen había invadido el ambiente. El exquisito perfume que usaba Carmen no tapaba las secreciones humanas, anzuelo para el refinado olfato de aquel hombre y de otros talvez, que ahora sucumbía ante la hedionda naturaleza del cuerpo humano.
La tome por el cuello mientras el desgraciado miraba, podría haberla matado y el cobarde sólo hubiera sido testigo de mis manos, de su asfixia, de sus brazadas, su mirada sometida al pánico lejos de la clemencia del perdón, su paulatino cambio de color, su impotencia y mis lágrimas.

Mientras Carmen gritaba, amordacé su boca con mi pañuelo, con una de mis corbatas até a Carmen a la cama de sábanas arrugadas, esas que habíamos comprado el día que decidimos vivir juntos.
El pobre desgraciado me miraba aterrado, su pene flácido poco prometía, podría cortar su pene y el cobarde solo hubiera sido testigo de mis manos, de la tijera filosa blandiendo la carne, de la sangre y la carne que luego ante sus ojos habría barrido.

Tome por los brazos al pobre desgraciado y puse sus muñecas contra su espalda, para algo sirvieron mis corbatas más que para algún que otro fiesta de casamiento, pensé.
Desnudo, con el culo mirando al techo creí que iba a cagarse, no podía esperar más de un pobre desgraciado. Esperé unos segundos y podía sentir el pánico de los amantes en mis huesos.

Ante los ojos de Carmen, pude entrarle al pobre desgraciado sin que opusiera resistencia.
Al primer grito lo obligué a morder las sábanas.
Carmen lloraba, lloraba como una criatura, yo sólo pensaba en mantener mi pene erecto, sólo quería que supiera aquel pobre desgraciado, que supiera como era mi leche caliente.
Carmen parecía agotada, ya no miraba, su ojos extraviados en el tiempo, quizás en su infancia.
El pobre desgraciado ya ni mordía las sábanas.

Antes de irme, miré todo por última vez: en un viejo portarretrato esa foto que nos mostraba felices. La felicidad no existe.

”Que sean felices”, les dije. En realidad, casi lo único que salió de mi boca durante esos 15 minutos. Los 15 minutos más importantes de la vida de aquellos amantes.


Sebastián Iglesias.
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