miércoles, 18 de junio de 2008

El fin de lo nuestro

El Pidió un café y giró tres veces la cucharita. No despegó la vista del pocillo como buscando respuestas que nunca iban a llegar.
Ella pidió una lágrima como siempre y no por capricho del destino. Sin pestañar observó cada parte de su amado, un cuadro por cuadro de gestos deformes, sin sentido, pero bellos.


El intento explicar. Textual:
Me duele aceptar que lo nuestro no es lo que está mal, porque lo que está mal es la realidad, por el sólo hecho de ser real y precisa, tan soberbia por la autoridad que le confiere lo cultural, deja a “lo nuestro” en lo imaginario.
Lo único que mantiene mi sonrisa es que por el mismo golpe de realidad, más que quedar en lo imaginario, “lo nuestro” se eterniza mágico y libre.
Si seguimos, no solo te condeno a mil esperas, si no que mato a la poesía que hay entre los dos.


Ella se sintió parte de lo real y lo vio como un espectro.
El desapareció sin tomarse el café.

Sebastián Iglesias

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